G a l a r d o n a r i o b u f o
SONETO ARBITRAL
Luce calzas cortas, el bobalías. Aguanta el tipo, y amarra el silbato. Bigote español no pierde el olfato: Sanciona infracciones por bulerías. Rehuye barullos con maestría, saca tarjetas, en rito malvado, y con aire de chulo iluminado, borra del campo la monotonía. “¡Pelagallos senil, vaca lechera! Majadero, lelo: cómete el pito!”, se oye rebuznar feliz a la gente. Alboroto, tropel y borrachera: La chusma feroz recurre al delito, zurrando al pazguato, tan ricamente.
* * * * * * * * * * * * * * * * *
|
TARDE DE TOROS
Codiciado colofón, excelso filón de oro. Casta, agallas y morro, eso pide la afición. Sublime consagración: las dos orejas y el rabo, el bravío del ganado, vuelta al ruedo y ovación.
Por fin suena el pasodoble, ya comienza el paseíllo. Primero el alguacilillo, que atiende pío al redoble. Después viene lo más noble del toreo, el mayor brillo: los maestros de amarillo, negro azabache y de ocre.
Aniñados subalternos, visten harapos de luces, se cuelgan al cuello cruces, y plantan cara a los cuernos. Picadores sempitermos, camuflados de avestruces, en caballos andaluces descienden a los infiernos.
Chicuelinas, naturales, trompicón y volapié; tres cornudos-chimpancé, tras los mansos a toriles. Monosabios siderales, ganaderos y parné; la Virgen de Lavapiés y treinta guardias civiles.
Tres puyazos, voltereta, banderillas y cornada; pinchazo y mala estocada, sangre brava en la cuneta. Mar arbolada y retreta: Salir por la puerta falsa. Patinaje sobre salsa, la mitad de una peseta.
* * * * * * * * * * * * *
|
||